En recuerdo de la firma en 1951 de la firma por el entonces presidente Juan Perón. Ese día, Perón firmó el decreto que declaró a esa industria de interés nacional.Se trató de algo más que una declaración. Eran tiempos de impulso al desarrollo de una industria nacional pero también de profundos cambios en el sector agropecuario. La ley de arrendamientos permitió el acceso de miles de arrendatarios a la propiedad de la tierra y simultáneamente comenzó a tomar fuerza una figura muy propia de la Argentina, como el contratista.Sector que, por otro lado, es fuente constante de innovación y experimentación en materia de tecnología fierrera.De todos modos, el origen de la industria de la maquinaria agrícola en el país se ubica mucho antes de aquel decreto presidencial. En gran medida, coincide con la capacidad adaptativa que mostraron los colonos inmigrantes que protagonizaron la revolución agrícola de fines del siglo XIX.Fue precisamente en Esperanza, primera colonia agrícola estable del país, cuando en 1878 Nicolás Schneider comenzó la fabricación de los primeros arados. A partir de esos años se fueron sucediendo distintos emprendimientos en regiones del país que hoy concentran los polos de producción de maquinaria agrícola: centro sur de Santa Fe y Córdoba, y noroeste de Buenos Aires.