fue un narrador, poeta, ensayista, historiador y biógrafo argentino, tres veces candidato al premio Nobel de literatura, y uno de los escritores argentinos más traducidos. Partícipe de la reacción contra el positivismo entre la intelectualidad argentina, fue un preconizador del componente «hispánico» de la nacionalidad argentina así como un duro crítico del cosmopolitismo.
De una antigua familia criolla (descendía del fundador de Santa Fe y Buenos Aires, Juan de Garay), acomodada y entregada a la política (su abuelo paterno, José Toribio de Gálvez, 1818-1874, había sido diputado de la Honorable Asamblea Constituyente de la provincia de Santa Fe), recibió una esmerada educación con los jesuitas en esta región, donde transcurrieron los años iniciales de su vida, y estudió Leyes en Buenos Aires, aunque no quiso hacer carrera política ni entregarse a la abogacía. En 1903 fundó y dirigió con Ricardo Olivera, otro joven de diecinueve años, la revista Ideas1 y se licenció en 1904. Al año siguiente (1905) se doctoró con una tesis sobre la trata de blancas3 y empezó a viajar por Europa; primero fue a París, luego a España, donde contactó con la Generación del 98 en pleno tricentenario del Quijote; allí se comprometió con la Hispanidad. Regresó en 1906 y fue nombrado inspector de enseñanza secundaria, cargo que desempeñó hasta 1931. Hizo por entonces su única aproximación a la lírica con dos libros, El enigma interior (Buenos Aires: [s.p.i.], 1907) y Sendero de humildad (Buenos Aires: Moen, 1909), de sesgo posmodernista y centrados en las preocupaciones religiosas del autor, recientemente convertido al Catolicismo. El 21 de abril de 1910 se casó con la poetisa Delfina Bunge y el mismo año empezó a mostrar sus preocupaciones nacionalistas, presentes ya en los artículos de Ideas. Junto a Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones se comprometió con la denominada «reacción nacionalista» y su ideario nacionalista católico que culminaría en el golpe de estado de 1930.4
Desde la prensa defendió la profesionalización del escritor y se convirtió en un activo promotor de empresas culturales, revitalizando la vida literaria y periodística de la nación. Publicó las primeras obras de no pocos autores jóvenes desde las empresas editoriales que llegó a dirigir y propagó generosamente sus méritos mediante la crítica literaria en sus artículos periodísticos. Su primera obra importante fue El diario de Gabriel Quiroga. Opiniones sobre la vida argentina (Buenos Aires: Moen, 1910), novela que suponía ya su acercamiento a la «reacción nacionalista» luego reforzado con su novela El solar de la raza, (1913); luego siguió una multitud de novelas que se proponen hacer pensar en él como el Benito Pérez Galdós argentino, con la pretensión de reflejar fielmente todos los aspectos de historia reciente y de la sociedad contemporánea en su país.