Fue un escritor oriental, pionero de la poesía gauchesca de Provincias unidas Río de la Plata.
Huérfano temprano, vivió con su madre y hermanas en Montevideo y la pobreza de la ciudad colonial y su condición de hijo de hogar modesto lo marcaron, le hicieron sentir sus rigores. A los 18 años se enroló en el llamado Batallón de Partidarios de Montevideo, sirviendo a las órdenes de Francisco Antonio Maciel, en la batalla del Cardal. En el año 1811 se incorporó a la revolución emancipadora,
confirmando su doble rol, tan común en esa época, de ser gente de milicia y de actividad personal. En Paysandú recibe a José Artigas, el «Jefe de los Orientales», quien en una carta lo trata afectuosamente y lo incorpora a la nómina de aquellos que facilitaron el Éxodo del Pueblo Oriental, una de las primeras manifestaciones colectivas contra el poder colonial instituido. A los 23 años, en 1811, ya sus poemas tienen connotación de carácter político. Compone su Marcha Nacional Oriental para conmemorar y festejar la firma del Armisticio entre la Junta de Buenos Aires y el Virrey montevideano Francisco Javier de Elío, que permite la retirada del ejército sitiador. Continuó viviendo en Montevideo y luego Fernando Otorgués lo nombró Ministro Interino de Hacienda, durante el breve gobierno artiguista. Durante la Invasión Luso-Brasileña permanece en Montevideo. La Casa de Comedias, que estaba bajo su dirección, se encontraba influenciada por Carlos Federico Lecor, decidido a conquistar con sus reuniones sociales a la ciudad de Montevideo. Luego de la invasión luso-brasileña aliada a la «gente decente y principal» de Montevideo, viaja a Buenos Aires y vive allí la vida triste y dura del poeta criollo que tiene que subsistir vendiendo sus cuartetas y sus —seguramente mal impresas— composiciones. Allí redacta los Cielitos y Diálogos Patrióticos, que son su obra más completa e importante.