La forma más conocida es la explotación laboral y sexual.
Cada año, el 30 de julio, se conmemora el Día Mundial contra la Trata de Personas. Un día designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas para sensibilizar sobre este delito, que constituye una forma moderna de esclavitud.
Desde mediados de la década de los 90, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y sus socios han brindado protección y asistencia a cerca de 100.000 personas que fueron víctimas de trata con fines de explotación sexual y laboral, esclavitud, servidumbre o explotación de órganos. Cualquier persona puede ser víctima de este delito que no distingue sexo, edad, nacionalidad, raza o condición social.
“Este día debe servirnos de advertencia. Ha trascurrido un año más, y debemos recordar que por mucho que hayamos logrado, aún no hemos hecho lo suficiente. Es hora de poner fin a la trata de hombres, mujeres, niños y niñas en todo el mundo”, afirmó António Vitorino, Director General de la Organización Internacional para las Migraciones.
La trata de personas es un delito que implica la captación, transporte, traslado, acogida o recepción de personas, mediante amenaza, uso de la fuerza u otras formas de coacción, como el rapto, el fraude, el engaño, el abuso de poder, o la concesión de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, según lo establece el Protocolo de Palermo, que estableció la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.