Nació en el seno de una familia de aristocracia argentina de fines del siglo XIX. Su padre, Manuel Güiraldes, quien llegó a ser intendente de Buenos Aires, era un hombre de gran cultura y educación; también con mucho interés por el arte. Esta última predilección fue heredada por Ricardo, quien dibujaba escenas campestres y realizaba pinturas al óleo. Su madre, Dolores Goñi, pertenecía a una de las ramas de la familia Ruiz de Arellano, fundadora de San Antonio de Areco.
Un año después de nacer Ricardo, la familia se trasladó a Europa, donde permaneció durante algún tiempo. A su regreso, el niño tenía cuatro años de edad y se lo podía escuchar hablando tanto francés como alemán; y es el francés el idioma que dejaría honda huella en su estilo y preferencias literarias.
Su niñez y vejez se repartieron entre San Antonio de Areco y Buenos Aires, respectivamente. Sin embargo, fue en San Antonio donde se puso en contacto con la vida campestre de los gauchos y reunió las experiencias que habría de utilizar luego, años más tarde, en Raucho y en Don Segundo Sombra. Fue allí donde conoció a Segundo Ramírez, un gaucho de raza, en el que se inspiró para dar forma al personaje de «Don Segundo Sombra».