A principios del año 2002, el Congreso de la Nación instituyó el 1 de julio como el “Día del Historiador” (Ley 25566), fecha que conmemora la decisión del Primer Triunvirato que ordenó “se escriba la historia de nuestra feliz revolución para perpetuar la memoria de los héroes y las virtudes de los hijos de América del Sud, y la época gloriosa de nuestra independencia civil, proporcionando un nuevo estímulo y la única recompensa que puede llenar las aspiraciones de las almas grandes”La responsabilidad recayó en el Deán Gregorio Funes. Su Ensayo de la Historia Civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán y el breve capítulo titulado Bosquejo de la Revolución constituyeron la primera interpretación del proceso histórico iniciado en 1810. Estos fueron los argumentos para declarar el 1 de julio como Día del Historiador; los mismos ponen en escena las relaciones entre la historia, la política y la memoria.