Florencio Escardó (Mendoza, 13 de agosto de 1904 – Buenos Aires, 30 de agosto de 1992) se lo conocía bajo el sobrenombre de «Piolín de Macramé».fue un destacado pediatra, sanitarista, escritor y periodista argentino. Tiene entre sus reconocidas obras científicas algunos títulos como «Sexología de la familia», «El médico y las gentes», La sociedad ante el niño y «Nociones de Puericultura». Falleció a los 77 años de edad el 31 de agosto de 1992.
No debe confundirse con el escritor argentino-uruguayo Florencio Escardó del siglo XIX, del cual era nieto.
Fue médico imitando a su abuelo, cirujano del ejército portugués, apellidado Taborda.
Hizo su enseñanza media en el Colegio Nacional de Buenos Aires. En 1929 egresó de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Fue Decano de la Facultad de Medicina en 1958, y luego vicerrector de la Universidad de Buenos Aires, logrando convertir el régimen masculino de los colegios Colegio Nacional de Buenos Aires y Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, en mixto.1 Esta iniciativa, como tantas otras de su vida, fue resistida y polémica.
Su cátedra crea el primer laboratorio de Bacteriología Pediátrica, un Centro Audiovisual importante, un pabellón de Psicología con 8 consultorios y una sala de terapia para grupo, un laboratorio de Isótopos reconocido por la Comisión Nacional de Energía Atómica.1 Crea la residencia de Psicología Clínica.
Dio importancia al aspecto social, fundando la «Escuela para Padres del Hospital de Niños», en su cátedra instituyó el trabajo en terreno para incluir la realidad de las familias asistidas: sus alumnos realizaban trabajo asistencial y comunitario en la isla Maciel.1 En 1976 se lo cesantea de todos sus cargos.
Su carrera hospitalaria comienza en la Maternidad Samuel Gache del Hospital Rawson, pero su labor descollante transcurre en el Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez, por 45 años ocupó diversos puestos: llegó a ser Jefe de Servicio de la Sala 17 y Director del establecimiento. Desde ese cargo impuso una reforma para beneficiar la recuperación de los niños: la internación de las madres con los pacientes para mantener el vínculo afectivo.1 Hasta entonces las madres podían visitar a los hijos internados de día, entre las 17 y las 19, luego eran alimentados con mamaderas que colgaban de soportes metálicos sobre las cunas. Esa imagen lo conmovió cuando visitó el servicio a los 22 años, y modificó el sistema de acceder a la jefatura de la Sala:¿Qué puede tener de revolucionario pensar que las madres deben estar con sus hijos enfermos? […] ¿Cómo alguien puede aprender pediatría si no se está al lado la madre? Tardé treinta y dos años en conseguir que las madres entraran a la Sala en el Hospital de Niños –¡treinta y dos años!– Es lo único de lo que estoy orgulloso en la vida.
Fue presidente de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores), y miembro titular de la Academia Porteña del Lunfardo.2
Fue guionista de la película La cuna vacía (1949) dirigida por Carlos Rinaldi.34
Actualmente lleva su nombre el Hospital Materno Infantil de Tigre (Buenos Aires).