Hace 209 años, manteniendo su cuartel general en Jujuy, el General Manuel Belgrano tras recibir la comunicación que el enemigo español avanzaba con fuerzas superiores en número y armamento, impartía la orden de retirada total. El Triunvirato le ordenaba replegarse hasta Córdoba, previo paso por Tucumán, y el general, pese a no estar de acuerdo totalmente, cumplió la orden y, con una visión integral de las acciones de guerra que se estaban llevando a cabo, decide dejar Jujuy como «tierra arrasada» para debilitar el avance realista.
Así fue como el pueblo jujeño acató la orden que especificaba su movilización hacia Tucumán y el levantamiento de todo lo que fuera de utilidad de la zona. Abandonando todas sus pertenencias, se quemó todo lo que no era transportable, las casas fueron destruidas, los cultivos cosechados o quemados, se cegaron los pozos de agua, inhabilitando cualquier bien o recurso al enemigo que pudiera serle útil para recuperar el estado de sus hombres y ganado. Este hecho le produjo al enemigo un desgaste logístico que se hizo sentir sobre sus fracciones, y que fue incrementándose a medida que se adentraban en el territorio. Sumado a esto la acción de la retaguardia de combate a cargo del general Eustaquio Diaz Vélez que días después vence a una avanzada realista en el combate de Río de las Piedras el 3 de septiembre.