El motivo es por demás curioso: Albert Hofmann realizó un experimento en el cual ingirió 0,25 milígramos de LSD para ver sus efectos, y tuvo que volver a su casa en bicicleta.
El 19 de abril de 1943, el químico suizo Albert Hofmann realizó un autoexperimento para determinar los efectos de la dietilamida de ácido lisérgico (LSD). Hofmann ingirió deliberadamente 0,25 miligramos (250 microgramos) de la sustancia —tres días antes, el 16 de abril, lo había hecho en forma accidental mientras manipulaba la sustancia, descubriendo así sus poderosos efectos—, cantidad que consideró por entonces una dosis mínimamente efectiva (esa dosis está fijada hoy en los 20 microgramos).
Menos de una hora después, Hofmann experimentó intensas y repentinas alteraciones de la percepción. Pidió a su ayudante de laboratorio que lo escoltara hasta su casa. Como el uso de vehículos motorizados estaba prohibido a causa de las restricciones impuestas por la guerra, debieron hacer el viaje en bicicleta. En el camino, las condiciones de Hofmann se deterioraron rápidamente: veía a su vecina de al lado como una bruja, pensaba que se estaba volviendo loco, y creía que el LSD lo había envenenado. Sin embargo, cuando su médico de cabecera lo examinó, no detectó ninguna anormalidad física, excepto por un par de pupilas increíblemente dilatadas. Hofmann fue estabilizado, y pronto su pánico comenzó a dar paso a una sensación de fortuna y disfrute. Él mismo lo describió así:
Poco a poco comencé a disfrutar de una sucesión de colores y formas sin precedentes, aun con mis ojos cerrados. Fantásticas imágenes caleidoscópicas surgían en mí, alternantes, variadas, se abrían y cerraban en círculos y espirales, y explotaban como fuentes de color, se reordenaban y mezclaban en un flujo constante…
Albert Hofmann
Los eventos del primer viaje de LSD, conocido hoy como «el día de la bicicleta» por su vuelta a casa en este medio de transporte, probaron a Hofmann que había hecho un descubrimiento significativo: una sustancia psicoactiva con una potencia extraordinaria, capaz de provocar alteraciones de la conciencia significativas con una dosis extremadamente pequeña. Hofmann visionó la droga como una potente herramienta psiquiátrica; debido a su naturaleza introspectiva, no imaginó jamás a nadie utilizándola de forma lúdica.