Conmemorando lo ocurrido en los disturbios de Stonewall (Nueva York, EE.UU.) de 1969, como el inicio del movimiento de liberación homosexual. Las banderas con los colores del arcoiris sirven como herramienta de reivindicación social y política.
Durante las décadas de los 50 y 60, los gais y las lesbianas estadounidenses debían enfrentarse a un sistema legal mucho más hostil con los homosexuales que en muchos de los países al este del telón de acero.[cita requerida] Todos los estados del país, a excepción de Illinois, penalizaban el sexo homosexual consentido entre adultos en el ámbito privado. En 1961 un hombre adulto podía ser acusado de «crimen» por mantener sexo con otro adulto del mismo sexo de manera consensuada en la privacidad de su casa y podía imponérsele una multa ligera o llegar a pasar entre cinco y veinte años —a veces incluso toda la vida— en prisión. En 1971 veinte estados mantenían leyes sobre sexo «psicopático» que permitían la detención de homosexuales por esa razón. En Pensilvania y California, los considerados «ofensores sexuales» podían ser encerrados en instituciones mentales de por vida y en siete estados podían ser castrados. Durante las décadas de 1950 y 1960, la castración, la terapia emética, la hipnosis, la terapia de electrochoque y las lobotomías eran los medios usados por los psiquiatras para intentar «curar» a los homosexuales de sus deseos. Los primeros grupos homófilos de EE. UU. fomentaron una cultura de no confrontación entre homosexuales y heterosexuales en su afán por demostrar que las personas homosexuales podían insertarse en la sociedad. Sin embargo, los últimos años de la década de 1960 fueron turbulentos debido a la confluencia de varias reivindicaciones sociales, como el movimiento afroamericano pro derechos civiles (1955–1968), la contracultura de los 60 y las manifestaciones contra la guerra. Este clima beligerante, junto al ambiente liberal de Greenwich Village, influyó en el desencadenamiento de los disturbios de Stonewall.