Fue director de la revista El Gráfico y autor del célebre libro “Fútbol, dinámica de lo impensado”.
durante 30 fue un referente insoslayable del periodismo deportivo argentino.
A su velatorio y sepelio en la Chacarita, concurrieron unos pocos periodistas, entre sus familiares y amigos.
A fines de los ´50 era director de El Gráfico y después incursionó en televisión. Su crítica, ácida, le generó numerosos enemigos.
Siempre batalló sobre cuestiones éticas y de moral profesional. Su pensamiento independiente lo enfrentaba, casi siempre, al poder.
Su enorme capacidad intelectual lo llevó a escribir siendo muy joven sobre temas no solamente deportivos. Nacido en Las Varillas, Córdoba, cerca de Santa Fe, vivió en San Francisco con su familia. Antes de los 20 años estaba en Buenos Aires.
Panzeri, con orgullo, narraba que a la Redacción de El Gráfico lo había llevado de la mano, Enrique «el Chueco» García, el «crack» de Racing a principios de los ´40. A fines de la década ya era el tercero detrás del mítico «Borocotó» (Ricardo Lorenzo) y el prestigioso Félix Daniel Frascara.
Durante una década el joven periodista escribió sobre deportes varios donde analizaba ciclismo, natación, atletismo y otras actividades no tan populares como el fútbol.
Fue muy crítico, sin embargo, del boxeo «un espectáculo deshumanizante», decía.
Sus gustos. Admiró a «La Máquina» de River y fue muy amigo de Carlos Peucelle («Carlitos fue el que convenció a Adolfo (Pedernera) que pasara al medio», contaba siempre). Para Panzeri, José Manuel Moreno fue superior a «Pelé».
«A atributos similares por habilidad, fuerza, salto, cabezazo, estrategia, conducción, estética, pegada con las dos piernas, guapeza, el Charro ofrecía mayor recorrido que el fantástico brasileño», dijo en una charla que dio en Mar del Plata, antes del Mundial de México ´70.
Tomaba distancia del poder de los medios, de los futbolistas y dirigentes del momento. No quería compromisos con nadie. Crítico de la dirigencia y del poder político, en el ´55 estuvo en contra de Perón, pero tampoco vio con buenos ojos lo que siguió.
Del desarrollismo tuvo como amigo al ingeniero Jorge Sábato, sobrino del escritor Ernesto Sábado. En los ´70 hablaba de la capacidad intelectual de «un especialista en el desarrollo energético del país», cuando lo ponderaba.
Se enfrentó al titular de Deporte de la Nación, coronel Cilley Hernández, en tiempos del régimen del general Alejandro Lanusse. Panzeri denunció corrupción como parte de la discriminación de quienes viajaban a los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972.
«Los representantes del hipismo argentino viajan en primera y los ciclistas y los atletas en tercera», dijo por tevé. El funcionario lo desafió a un duelo. Cuando fueron a la casa de Panzeri, en Villa Devoto, dos edecanes, la respuesta fue inolvidable.
«Digale al coronel que elegí arma: los puños. Y que el duelo lo haremos en el Luna Park con público, cobro de entradas y lo recaudado para ALPI y así ayudamos a combatir enfermedades», disparó. No hubo duelo.
Entre los ´60 y ´70 escribió para la revista Así -los casos policiales venían con imperdibles notas de Panzeri sobre el Poder en el fútbol y sus protagonistas-, en el diario La Opinión fundado por Jacobo Timerman y más cerca en el tiempo en Satiricón y La Prensa.
Escribió varios libros, clásicos entre los periodistas deportivos, como «Fútbol, dinámica de lo impensado», y «Gangsterismo en el deporte». En el primero, editado a fines del ´ï67, dejaba entre otras enseñanzas, un pensamiento, al referirse al jugador de fútbol y al juego.
«La pelota sigue siendo rebelde, indócil, para quiénes no la saben dominar y no ha habido DT. hasta aquí que haya enseñado cómo hacerlo» decía.
Al tiempo que se explayaba sobre «La Máquina» de River y la selección húngara del ´54, que perdió la final con Alemania, en Berna.
Agregaba: «Se necesita estar dotado por naturaleza con el sentido, la destreza o la ignorada razón por el atributo natural con que se nace», concluía Panzeri estaba casado con una mujer italiana a la que conoció en 1961 y era padre de dos hijos.
Formó con sus enseñanzas éticas y extraordinaria vocación periodística -un escriba formidable- a varias generaciones de periodistas que, aún hoy, lo reivindican con el recuerdo.