18 de enero del 2015, aparece muerto de un balazo en la cabeza el fiscal Alberto Nisman, encargado de la investigación por el atentado a la AMIA.

El arma hallada junto a él era de un empleado informático llamado Diego Lagomarsino, que declaró que el fiscal se la había pedido prestada. El peritaje del Cuerpo Médico Forense y la Policía Federal estableció que estaba solo al momento de su muerte. Durante el gobierno de Mauricio Macri, Gendarmería hizo un peritaje que arrojó resultados opuestos, sin pruebas, forzando análisis y usando técnicas ya descartadas: planteó que a Nisman se lo drogó y que había al menos dos personas con él.

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