22 DE SEPTIEMBRE DIA DEL TINTORERO.

Es una profesión artesanal y familiar, y mucho más que una profesión. Es una herencia de los primeros inmigrantes japoneses llegados a la Argentina. Hoy se enfrentan con una de las mayores dificultades que surgió a raíz de una legislación porteña del 2009, que sancionó fuertes multas, afectando gravemente la continuidad de este emprendimiento familiar. Una tradición y una herencia que están en riesgo
Ni la juventud sabe lo que puede, ni la vejez puede lo que sabe.
Un poco de historia.
Según El Semanario Bonaerense de 1919, las primeras japonesas que abrieron sus tintorerías en Argentina fueron Hatsutaro Kotani y Tsuta Nakamura. En ese entonces era una profesión que, dado que sus maquinarias no eran muy costosas, que permitía el trabajo familiar y que podía realizarse con un manejo básico del idioma castellano, pudo ser asimilada por varias personas de la colectividad.
De este modo, los primeros inmigrantes japoneses se fueron traspasando el oficio de generación en generación, llegando a tener su momento de mayor crecimiento en los ‘20, debido a la llegada de la inmigración japonesa de la posguerra[1]. Años más tarde, hacia los ’50, ya se podía afirmar que era la profesión urbana predominante de las familias japonesas.
Los tintoreros hoy.
Las familias japonesas siguieron desarrollando esta profesión devenida tradicional por su traspaso de generación en generación, enfrentando las dificultades de todo oficio, hasta que en el 2008 se vio sorprendida por una legislación porteña que ponía en riesgo su continuidad, al no poder hacer frente a las altas multas impuestas.
Muchos cerraron sus persianas por haber sufrido inesperadas e inadvertidas inspecciones que requerían de numerosos trámites para su funcionamiento, todo sucedió sin previo aviso, sin un tiempo razonable para poder adecuarse a la nueva normativa vigente. Hubo quienes cerraron por temor a sufrir estas inspecciones y optaron por resignar su actividad a fin de evitar ser sancionados con una multa que para una actividad en caída, resultaba imposible enfrentar –por falta de trabajo, altos costos para mantenerse, etc.-.
Las primeras inspecciones ocurrieron desde mediados del año 2008 y hasta diciembre del mismo año. En el lapso de 6 meses bajaron sus persianas más de cien tintorerías tradicionales.
Así se fueron autoconvocando los diferentes tintoreros en los salones de COA, dando lugar a la “Agrupación Tintoreros Tradicionales Argentino 

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